La gran pregunta: enseñar a pensar... ¿cómo se hace eso?
Seguro has oído la frase: “Hay que enseñar a pensar, no qué pensar”. Suena poderoso, ¿no? Como si solo con eso ya supiéramos cómo enseñar. Pero, ¿de verdad sabemos cómo hacerlo? ¿Hay una receta mágica?
El escritor Andrés García Barrios dice que no hay respuestas fáciles. Enseñar a pensar no es como seguir una receta de cocina. Más bien, propone algo que llama “pensar razonable”: un equilibrio entre la lógica, el pensamiento crítico y la parte más humana de nuestras decisiones.
Nadar sin agua: la teoría contra la experiencia. Imagina esto: un grupo de estudiantes aprendiendo a nadar... ¡acostados en el suelo! Mueven brazos y piernas como si estuvieran en una alberca, pero no hay una gota de agua. Parece un chiste, ¿verdad? Pero este ejemplo muestra algo clave: hay cosas que no se pueden aprender solo con teoría. Pensar, como nadar, se practica haciéndolo.
Sugerencia para docentes:
Haz ejercicios de pensamiento en situaciones reales. Por ejemplo, plantea dilemas morales actuales:
¿Está bien usar IA para hacer la tarea? ¿Y si todos lo hacen?
Deja que los alumnos debatan, argumenten, escuchen y cambien de opinión. Esa es una forma de “pensar razonable”.
Dos formas de ver el pensamiento: fisicalistas vs. qualistas
1. Los fisicalistas dicen: todo se puede explicar. Este grupo cree que cualquier cosa —pensamientos, emociones o hasta el amor— se puede explicar científicamente. Según ellos, si algo no lo entendemos aún, es solo porque no tenemos suficiente información.
Ejemplo: Un fisicalista diría que podemos explicar exactamente lo que siente alguien al enamorarse... ¡con fórmulas y química cerebral!
2. Los qualistas dicen: no todo se puede explicar. En el otro rincón del ring, están los qualistas. Ellos creen que hay cosas que no se pueden poner en palabras, fórmulas ni algoritmos. Las qualia son las experiencias únicas y personales que cada quien vive a su manera.
Ejemplo real: Un estudiante de Química dijo que le gustaba el olor del ácido sulfhídrico (¡el que huele a huevo podrido!). Por más que su profesor se sorprendiera, no había argumento lógico para cambiar su sentir.
Actividad para el aula:
Pide a los estudiantes que escriban sobre algo que solo ellos pueden sentir: un recuerdo, un aroma, una emoción. Después, que lo intenten explicar a sus compañeros. ¿Es posible transmitirlo con exactitud? ¿Qué se pierde en el camino?
¿Y qué tiene que ver la inteligencia artificial en todo esto? La IA, como ChatGPT o Gemini, es buenísima para organizar información, resolver problemas y simular conversaciones. Pero... ¿puede sentir? ¿Puede imaginar un poema? ¿Puede saber qué se siente perder a una mascota?
Desde la mirada fisicalista, ¡tal vez sí, algún día! Desde la qualista... nunca.
Reto para el grupo:
Hagan una lista de cosas que creen que una IA puede hacer mejor que un humano. Luego, otra lista con lo que solo una persona puede experimentar. Compárenlas. ¿Qué sorprende más?
Y al final… pensar también es reírse. Sí, pensar es serio… pero también tiene su lado divertido. Porque aceptar que no lo sabemos todo puede ser liberador. La curiosidad, la risa y el asombro son herramientas poderosas para aprender.
Sugerencia final para docentes:
Integra el humor en clase. Usa memes, anécdotas, juegos mentales. Que pensar no sea una obligación, sino una aventura.
Conclusión: entonces… ¿Pensar en la era de la IA es algo diferente de lo que fue en el pasado?
En este mundo donde las máquinas parecen saberlo todo, lo más valioso que podemos hacer es aprender a pensar como humanos: con lógica, sí, pero también con emoción, intuición y creatividad.
Porque al final, enseñar a pensar es abrir la puerta a lo que todavía no entendemos… y hacerlo con una sonrisa.
Una guía para la clase
Para que pongas a tus alumnos a pensar, te traemos una guía que te ayudará a aplicar las ideas sobre enseñar a pensar en dos clases, aplicables a todos los grados y con materiales para imprimir. ¡Descárgalas aquí!
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