El movimiento del cuerpo es una función que se emplea de diversas maneras en la educación. Se les invita a moverse, bailar y una amplia gama de actividades durante el juego, las canciones y rondas infantiles poniéndose en movimiento y de este modo se fortalece la socialización en los grupos de los primeros grados de primaria.
La inclusión del movimiento en las sesiones iniciales de alfabetización, para el primer grado de primaria e incluso en preescolar, es un regalo que les daremos a nuestros alumnos, más allá de la necesidad de aprender a leer y a escribir. Será la oportunidad de atender una imperiosa necesidad para las nuevas generaciones que viven en un mundo donde hemos perdido la motivación para movernos y de eso vamos hablar en esta ocasión.
En el momento de empezar a escribir este artículo, se me presentó una cuestión que es de índole social y de salud pública. La pregunta es: ¿El cuerpo humano debe moverse?
Una perspectiva fisiológica
El movimiento del cuerpo también debe ser analizado desde un punto de vista fisiológico. El Grupo de Actividad Física y Salud de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, publicó un artículo que explica la necesidad de moverse, no sólo para aprender a socializar y desarrollar las habilidades psicomotoras en los niños, sino como una manera de recuperar lo que, como especie, fue la base de la supervivencia del homo sapiens.
La necesidad del movimiento del cuerpo para estos especialistas es una urgencia que expresan en estos términos:
En los últimos 100 años la inteligencia humana ha propiciado los grandes avances tecnológicos en los que el funcionamiento de las máquinas y otros artilugios han ido sustituyendo las necesidades de movimiento del hombre y le han llevado a una conducta nueva, contraria a las leyes que rigen el reino animal: es la conducta que denominamos sedentarismo o inactividad física.
La necesidad de movernos es inaplazable, pues las enfermedades que resultaron de un estilo de vida sedentario reducen la expectativa y la calidad de vida de las personas. Incluyen enfermedades cardíacas fatales y no fatales, padecimientos respiratorios (EPOC), mayores incidencias de obesidad, diabetes tipo 2, hipertensión, dislipemias, osteoporosis y cáncer.
En los últimos 20 o 30 años se han realizado numerosos estudios de intervención en personas sanas y enfermas, en los que se ha comprobado que el ejercicio físico en cantidad e intensidad suficiente puede reducir la grasa corporal, aumentar la densidad mineral ósea, reducir las cifras de presión arterial, reducir ciertos síntomas de depresión, ayudar a dejar de fumar, ayudar a un mejor control de la glucemia, retrasar la aparición de la incapacidad y la dependencia, y aumentar la calidad de vida en los enfermos con infarto de miocardio e insuficiencia cardíaca.
Entonces, ante la pregunta de si el cuerpo, debe moverse, de hecho movernos es una urgencia y no hacerlo nos pone en gran riesgo de desaparecer como especie si no cambiamos los hábitos de sedentarismo que hemos adquirido en los últimos 100 años. Así que si volvemos a la pregunta: ¿El cuerpo humano debe moverse? Sin lugar a duda la respuesta es sí.
Integremos el movimiento desde la educación preescolar
Todo esto podría considerarse una reflexión fuera de lugar si hablamos de educación infantil, específicamente en los primeros grados de primaria e incluso en preescolar. Pero, la verdad es que, si educamos a los estudiantes para que valoren el movimiento de su cuerpo, aún desde los más prístinos inicios de su instrucción, estaremos impulsando un nuevo estilo de vida que es urgente para las nuevas generaciones.
Pero esto no es todo, Kendall Stallings es maestra de jardín de infantes y recientemente completó una maestría en educación infantil y centró su investigación en la integración del movimiento en las lecciones. Publicó sus estrategias para hacer del movimiento un aliado durante la enseñanza de la lectura y la escritura en un artículo titulado: 6 maneras de hacer que los estudiantes se pongan en movimiento en la enseñanza de la alfabetización en la escuela primaria. Las propuestas de esta docente e investigadora incluyen varias dinámicas que encontró particularmente útiles para evitar distracciones de los niños durante las sesiones de alfabetización:
La solución fue doble: dar a los estudiantes la oportunidad de moverse, aliviando la tentación de caminar hasta la mesa del maestro, y brindarles oportunidades de bajo riesgo para que tuvieran autonomía sobre cómo practican sus habilidades de alfabetización.
Presentamos a continuación estas seis dinámicas con la intención de que las pongan a prueba en su labor docente con niños que están aprendiendo a leer y elijan cuál de ellas les resulta más útil en los diversos contextos en los que se desempeñan como maestros:
- Escribe la habitación
Esta estrategia combina el aprendizaje y el movimiento mediante el uso de imágenes etiquetadas colocadas estratégicamente en el aula. Los estudiantes reciben una hoja de registro con imágenes sin etiquetas y deben recorrer el aula para encontrar las etiquetas correspondientes y copiarlas. Esta actividad fomenta la independencia, ya que las instrucciones son simples y claras. Para estudiantes más avanzados, se puede adaptar haciendo que escriban oraciones completas o que generen sus propias descripciones de las imágenes, promoviendo un mayor desarrollo lingüístico.
- Búsqueda del tesoro de palabras visuales
En esta actividad, los estudiantes se embarcan en una búsqueda activa de palabras reconocibles en su entorno. Pueden copiar palabras previamente colocadas por el docente o identificarlas en objetos cotidianos del aula, en libros o en carteles. Esto fomenta tanto el movimiento como la observación atenta. Los estudiantes pueden registrar sus hallazgos con marcadores, lo que añade un elemento de competencia saludable y refuerza la conexión entre palabras y objetos reales.
- Clasificación
La clasificación se convierte en una experiencia dinámica cuando se organizan diferentes estaciones alrededor del aula. Se entregan a los estudiantes objetos, imágenes o palabras que deben clasificar en recipientes ubicados en distintas partes del salón. Esta actividad no solo estimula el aprendizaje activo, sino que también permite adaptar la dificultad según el nivel. Por ejemplo, los niños pequeños pueden clasificar imágenes según sonidos iniciales, mientras que los estudiantes mayores pueden agrupar palabras relacionadas con temas literarios, como características de los personajes de un libro.
- Teatro del lector
El teatro del lector combina la lectura en voz alta con la actuación, creando una experiencia interactiva y colaborativa. Los estudiantes reciben un guion que deben interpretar físicamente mientras leen. Este enfoque fomenta habilidades de lectura, expresión oral y trabajo en equipo, ya que los estudiantes deben moverse y coordinarse para representar adecuadamente la historia. Aunque es una actividad más ruidosa, su naturaleza atractiva mantiene a los estudiantes enfocados y comprometidos.
- Movimientos de fonemas
Esta actividad creativa refuerza la conciencia fonémica mediante movimientos asociados a los sonidos de las palabras. Los estudiantes practican separando las palabras en fonemas y realizan un movimiento distinto para cada uno. Por ejemplo, para la palabra dog, podrían aplaudir al decir "/d/", levantar la mano para "/o/" y chasquear la lengua con "/g/". Este método, que puede requerir modelado inicial, utiliza tarjetas con palabras o imágenes y ofrece una forma lúdica y física de interiorizar los sonidos del lenguaje.
- Saltos de conciencia fonémica
En esta estrategia, los estudiantes emplean movimientos específicos, como saltar o hacer un salto de rana, mientras identifican sonidos en palabras. Las tarjetas pueden enfocarse en aspectos como la posición de un sonido en la palabra (inicio o final) o incluir actividades adaptadas para grados superiores, como identificar partes del discurso o responder preguntas sobre textos. Este enfoque incorpora elementos físicos y visuales, haciendo el aprendizaje más dinámico. Al permitir el movimiento controlado, esta actividad reduce distracciones no estructuradas y mejora el enfoque.
Estas seis estrategias aprovechan el movimiento para revitalizar el aprendizaje en el aula, brindando oportunidades estructuradas de interacción y exploración. Además, al reducir la monotonía de las actividades tradicionales, fomentan la autonomía y el compromiso, ayudando a los estudiantes a aprender de forma activa y significativa.
Maestra, maestro, hemos presentado las estrategias de manera resumida, pero puedes consultar su descripción completa en el artículo original. ¡No olvides enviarnos tus comentarios y decirnos si te fueron útiles y cuál fue la mejor para ti!
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