El juego al aire libre puede convertirse en una experiencia de aprendizaje autodirigido que ofrece a los alumnos de las fases 2 y 3 de educación básica, oportunidades únicas para descubrir la naturaleza y a los seres que la habitan.

 

Estas experiencias son consideradas en todo el mundo como una puerta hacia el aprendizaje significativo, como lo describe la Asociación de Experiencias y Educación en la Naturaleza de Suiza, ERBINAT: En la naturaleza, los niños experimentan la continuidad y los ciclos de la vida. La diversidad de la naturaleza afecta emocionalmente al niño, desarrollando una relación con el mundo natural. Ellos toman el punto de vista de otros seres vivos y empatizan con ellos.1

 

En su documento titulado El enfoque de aprendizaje a lo largo de toda la vida, la Unesco habla de la ubicuidad del aprendizaje, sostiene que más del 80% de los conocimientos, valores y actitudes que desarrolla una persona a lo largo de su vida los adquiere en situaciones informales ya sea en la familia, en la comunidad, o en el contacto con la naturaleza, entre otros ámbitos de la vida cotidiana.2

 

El contacto con la naturaleza, por lo tanto, es una oportunidad privilegiada para que los pequeños alumnos aprendan. La Asociación de Experiencias y Educación en la Naturaleza de Suiza, sostiene que, en estas experiencias autoguiadas, los niños “eligen intuitivamente contenidos de aprendizaje adecuados a su momento de desarrollo, son inherentemente activos y entusiastas por aprender. Los niños aprenden con otros y de otros niños. El juego libre en la naturaleza ofrece diversidad y posibilidades sin límite”3.

 

El aprendizaje en entornos fuera de las aulas y más cercanos a la naturaleza también puede favorecerse en la escuela. Julie Hunter, del portal Edutopia, hace una interesante propuesta: convertir los espacios abiertos de la escuela, como los patios, jardines y zonas exteriores en lugares de juego que favorezcan el aprendizaje.4

 

El primer paso de su propuesta es localizar los lugares de la escuela que pueden estar disponibles para convertirse en sitios de aprendizaje. Sugiere identificar:

  • Rincones
  • Cercas
  • Paredes en blanco
  • Áreas abiertas de tierra
  • Estructuras de concreto o ladrillo
  • Troncos de árboles
  • Escaleras.

 

Una vez ubicados los espacios, es el momento de convertirlos en lugares para suscitar el asombro de los alumnos. Esto se logra colocando estratégicamente algunos objetos

 

Un rasgo relevante de la propuesta de Hunter es que no se limita a un tipo de actividades ni a un solo tipo de recursos, sino que propone crear espacios donde se propicien aprendizajes de diversos campos formativos, por ejemplo, para el que en México hoy se denomina Saberes y pensamiento científico, la profesora sugiere desarrollar un espacio que contenga:

  • Carteles de animales, insectos y plantas en marcos impermeables
  • Macetas pequeñas para hierbas o flores
  • Troncos y “galletas” de madera
  • Reloj, termómetro, pluviómetro, campanas de viento, veleta.

 

La profesora propone que se susciten conversaciones con los alumnos sobre los animales, las plantas, las formas y todos los temas que puedan resultar de los objetos colocados en el lugar.

 

El campo formativo Lenguajes también está presente en la propuesta. Analicemos a continuación lo que la docente sugiere para dos tipos de lenguaje: el sonoro y el visual.

 

El mundo sonoro puede estar presente en estos espacios al aire libre si se crean lugares donde abunden elementos para la percusión, que pueden ser desde sartenes viejos y cucharas de madera, hasta tubos de PVC y llaveros llenos de llaves. Podríamos decir: si hace ruido, pongámoslo aquí.

 

Los alumnos podrán usar este espacio para expresar sentimientos, aprender a trabajar en equipo, a tomar turnos, a concentrarse en una tarea específica y también puede ser útil para la recuperación de conocimientos previos.

 

Las artes visuales estarían representadas en espacios donde tengamos gises de colores y grandes áreas para dibujar en ellas. En un lugar como este, los alumnos podrán expresar sus pensamientos, aprender a seguir instrucciones, desarrollar la voluntad de intentar actividades nuevas y se incentiva su curiosidad y creatividad.

 

Los espacios y actividades no deben crearse al azar, sino de acuerdo con metas específicas de aprendizaje de los programas de estudio. La profesora sugiere a los docentes de estas fases 2 y 3 de Educación Básica que aprovechen las oportunidades de observación y documentación mientras sus alumnos participan en un espacio de juego de exploración al aire libre bien diseñado.

 

No debemos olvidar que esas oportunidades podrán formar parte de la evaluación formativa en el transcurso del ciclo escolar. También se recomienda tomar fotografías como una manera de mostrar las aventuras de tus alumnos en estos espacios al aire libre, pueden servir también para la evaluación formativa, como testimonio de logros de aprendizaje alcanzados y de lo mucho que disfrutaron y aprendieron.

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