El profesor dirá a los alumnos algo como esto: “Hoy vamos a hacer un experimento y si sale bien, tal vez lo repitamos. Consiste en que durante la sesión de hoy todos van a poder jugar a lo que quieran, pero con dos condiciones: - La primera es que no se vale estar sin hacer nada, es decir, que hay que jugar, moverse, participar en la clase. - La segunda es que aunque yo esté aquí, seré solamente un observador, así que tendrán que resolver sus discusiones (porque seguro que las habrá) ustedes solos; eso sí, nada de enfadarse y “¡Ya no juego!”, tendrán que buscar una solución a los conflictos que puedan surgir del juego de modo que todos continúen jugando” Preguntar ¿Qué les parece? ¿Están de acuerdo? El profesor puede sugerir que formen grupos pequeños, de esa manera podrán organizarse mejor.

Después de negociar el material, su uso, quiénes se harán responsables de ellos, repartirlos y comenzar a jugar. Asignar un espacio para cada grupo formado, con discusiones fronterizas incluidas. Después, intentar que se organicen los grupos, los roles que asumirán, etc. Hay a quienes esto les lleva más de cinco minutos permitir que cada uno logre aceptar las normas más o menos arbitrarias del grupo y de los juegos que propongan. Observar queda algún alumno aislado, que no tenga con quién jugar, o se sienta intruso en los otros grupos y se quede de espectador. Interrogarlo y animarlo a jugar. Procurar que se integre a algún grupo. En caso de no lograrlo, ofrecerle algún material para jugar solo. Escuchar y atender a quienes han decido cambiar el material escogido o añadirse a algún otro grupo de juego por diferentes motivos: aburrimiento, atracción, enfado, etc. Si acude alguno a buscar apoyo ante las afrentas que le ocasionan sus compañeros de juego, y a pesar de la segunda condición que se dijo al principio de la clase, apoyarlo para que recapacite e intente resolver el problema.

En los videos se proponen diferentes juegos que se pueden realizar.

Cierre de sesión A la hora de volver al aula, los alumnos deberán recoger y guardar en su sitio el material utilizado. Una vez en el aula, reflexionar sobre lo acontecido y dar el veredicto sobre si el experimento ha salido bien o no. ¿Pudieron organizarse? ¿Qué actividades hicieron? ¿Se pusieron de acuerdo? ¿Cómo se sintieron? ¿Tuvieron dificultades con sus compañeros de equipo? ¿Con los otros equipos? Escuchar atentamente las opiniones de todos. Si el balance resulta favorable, preguntar a los niños si estarían dispuestos a repetirlo y qué mejorarían en ese caso. Si el balance de la actividad resultó negativo, preguntarles qué cosas tendrían que cambiar para que resultara una experiencia positiva. Hacer énfasis en la importancia del juego libre y el respeto.